martes, enero 31, 2006



¿CUÁNDO EL FUTURO PASÒ DE MODA?

La última vez que entrevisté a alguien, fue para un trabajo del colegio: iba en segundo año medio, y mi profesor jefe, quien a su vez era el cura rector de mi colegio, nos encomendó que hiciéramos un trabajo acerca de las diferentes carreras que en esa época tenia la escasa oferta académica de la ciudad, pues aparte de la Universidad de La Serena, y de un par de institutos más (mejor ni acordarse de Itesa - alias "Tristeza"), sólo había una universidad privada. Con mi otrora amigo optamos por entrevistar entonces a los jefes de dos carreras de la Universidad Francisco de Aguirre (hoy Universidad del Mar - alias Universidad del "Mal"), porque la Universidad de La Serena a parte de carecer de "glamour", tenia a puras minas medias lanas y alejaditas de la mano de Dios, eran como sacadas de un video clip de Víctor Jara, y nosotros, como buenos adolescentes, queríamos recrear la vista; pues a esa edad la imaginación estimula a la Manuela sin necesidad de pagar por revistas Play Boy's, "Quirquincho" o "Papaya", las ya clásicas del porno criollo. Volviendo al tema, elegimos dos carreras de moda y con gran proyección para la época, las cuales asegurarían un sólido campo ocupacional: Psicología y Periodismo. Lo curioso es que hoy, más de una década después, conozco muchos psicólogos y periodistas cesantes.

En teoría, la idea de nuestro “profe jefe” era despertar en nosotros la preocupación por el futuro, futuro que en ese entonces se veía lejano y absolutamente ajeno a nuestra realidad y condición; después de todo y tal como dijera un amigo: “Es divertido vivir a expensas de los padres… hasta que nuestros hijos nos puedan mantener..”; o como dijiera el gran Nicanor Parra: "...nuestro mundo se reducía a una pelota de fútbol...". Y mientras algunos de mis amigos sufrian por amores no correspondidos, y otros eran jodidamente humillados en el colegio "católico" para "hombres", otros mezclavamos cerveza con vino blanco en alguna playa cantando canciones de otros, y jugando a ser "malos", pero sin hacerle daño a nadie; pues después de todo eramos católicos, decentes y amistosos.

Hoy, 14 años mas tarde, ya teniendo encima una decena de empleos, una carrera universitaria inconclusa, y otra en curso, se me propone una “tarea” similar para un trabajo de la U, pero un tanto más compleja y más específica. Personalmente tengo muchos amigos y amigas que son profesionales de la educación, profesores de todos los ramos y de todos los gustos: Los retrógrados, los innovadores, los pasivos y los que se dieron cuenta que no servían para eso; con los cuales puedo abordar de manera honesta muchos temas que ni siquiera con mi padre he abordado; sin embargo, los parámetros por los cuales se regiría mi trabajo eran otros. ¿Por qué no me di cuenta antes que entre todos mis amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, ex pololas, compañeros de farras, no tenía a nadie egresado o egresada de la Universidad de Los Lagos?.. Bien la tarea ya se empinaba cuesta arriba, sin embargo, gracias a mi hermanita pude contactarme con alguien que se perfilaba de buena manera para el cometido que pretendía; pues mi objetivo era ahondar en la intimidad de una persona que libremente desea “someterse” a una carrera de pedagogía por 4 años de su vida. Mi plan era simple pero requería tiempo: Tomar la mayor confianza posible con mi entrevistado, y así poder bordear sus emociones; pues quienes estudiamos pedagogía por lo general solemos ser idealistas, algo utópicos y esperanzadores.

Fue así como en mi desesperación recurrí a mi hermanita grande “Sarita” (y ojo que solo fue por necesidad) para que resolviera “una vez más” un pequeño - gran problema. Tras explicar brevemente mi dilema, y de prometerle otro favor a cambio, menos limpiar la piscina, me presentó a Catalina Pizarro Monardez Jorquera, una alumna a punto de egresar del Programa Especial para Trabajadores de Pedagogía General Básica de la Universidad de Los Lagos. Catalina tiene 27 años, es soltera y vive con su madre, quien es profesora y funcionaria de la Municipalidad de Coquimbo (lo noté por la palmera de su antejardín), vive en un condominio del sector sur de la ciudad en donde residen familias de clase media y matrimonios sin hijos. Después de un par de cafés pasé a llamar amistosamente “Cata” a mi improvisada entrevistada.

Hablar con Cata sobre su propia vida resulta bastante fascinante y entretenido, tanto es así que dos cafés no serian suficiente para terminar la entrevista, pues calar en la vida de Cata, es como viajar por diferentes mundos que van desde conocer países, estudios inconclusos y desilusiones que ya forman parte de su currículum de vida; pues desde muy pequeña siempre se preocupó de saber un poco más que los demás, y según ella, no era por simple vanidad, si no más bien era la manera de entretenerse al llegar del colegio, pues al contrario de las niñitas de su edad, le aburría pensar todo el día en muñecas Barbies. La Educación básica y media la realizó en un colegio particular subvencionado de la ciudad llamado “Jerónimo Randic”, Cata cuenta que desde pequeña soñó con tener un buen puesto y ser una mujer exitosa. Su madre al ser Profesora básica, le inculcó desde muy pequeña la idea de estudiar para valerse por si misma. Hoy recuerda con gran cariño esos días en que era la primera de la clase y se peleaba los primeros lugares con niños y niñas que por lo general eran de clases sociales más acomodadas. Al llegar a la culminación de su enseñanza secundaria siempre soñó con estudiar alguna carrera de renombre que le permitiera sobresalir del resto; el reconocimiento que tanto había esperado se hizo realidad cuando el puntaje de la desaparecida Prueba de Aptitud Académica, le bastó para estudiar derecho en la Universidad Católica del Norte e incluso quedar en lista de espera en la carrera de medicina de un par de renombradas universidades capitalinas. A esa altura se sentía la reina del mundo: Era joven, sus expectativas de vida se estaban cumpliendo y su inteligencia, de la cual hacía gala desde reuniones familiares hasta en carretes con amigos, por fin darían el fruto que tanto estaba esperando; el hecho de ver cumplido su deseo de ingresar a esta carrera en cierto modo le dejó un dejo de satisfacción, sin embargo, una vez dentro, se dio cuenta de que la brújula se le había desorientado: lo que antes era su norte, ahora era el sur; la frialdad y la rigidez de una carrera que demandaba tiempo, dinero y el desapego de amistades casi eternas, la sumieron en una gran depresión; el derecho romano ya le dejó de interesar, y a su vez, trató de hablar menos de temas contingentes o de economía para hablar de temas que antes para ella eran un tanto triviales. Fue así como empezó a interesarse por las cosas más "simplonas" de la vida: Darse un tiempo para compartir con los suyos, visitar a viejos amigos y a darle más importancia a una amiga con problemas “que al examen final”. Lamentablemente este nuevo ritmo de vida le era incompatible con su carrera, y así tomó una de las desiciones más importantes d su vida: Dejar la carrera de Derecho en tercer año. Un golpe bajo para su familia, quienes siempre vieron en Cata una mujer que los ayudaría a subir un peldaño más en el escalafón de los estratos sociales; después de todo, y tal como le digiera su madre alguna vez entre sollozos: “Siempre quise una hija abogado… ahora solo me queda esperar que te cases con un profesional”. Bastante dolida por el poco apoyo de la familia decide conocer otras realidades y se va de viaje a Brasil y el Uruguay por un año, y tras un breve paso por Argentina; vuelve a su viejo condominio, para dar la buena nueva: “mamá, estudiaré pedagogía Básica…” Su madre, como docente, fué muy decente al aceptar el nuevo desafío de su hija. Actualmente Cata y su madre se sientan a ver el noticiario a las 21.00 hrs. Comentan de política, de leyes, de economía; y antes de que termine el día hablan de Pedagogía, educación y filosofía; una linda forma de terminar el día, sabiendo que dentro de poco su madre será también su colega.

Terminó la charla, como buena feminista Cata pagó la cuenta se despidió y se fue, eso si, no sin antes decirme que por ningún motivo abandonara mis proyectos personales y que ningún trabajo, carrera o posición social destruyeran mi esencia e hicieran de mi un ser insensible. Después de todo el futuro jamás será vendido, comprado ni permutado; el futuro está delante de nosotros y nos aventaja cuando se lo permitimos; ahora estoy más convencido que nunca que el futuro jamás pasará de moda, solo me queda correr y alcanzarlo.